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7 de mayo de 2010/ Adiel Armando Bolio
La corrida celebrada en el coso Monumental de Aguascalientes, décima de la Feria Nacional de San Marcos, fue de esas a las que únicamente asisten los buenos aficionados, los que van a todas, y que bueno por ellos pues tuvieron la oportunidad de ver la entrega de tres toreros que se brindaron en la arena, cada uno desde su muy personal manera de interpretar el toreo. Todo ello conjugado con la presencia del toro en el ruedo, ese que provoca emoción y advierte el peligro en el redondel, ese al que los espadas se ven en la necesidad de imponerse y sobreponerse para poder con el “paquete”.
Sin duda, una gran conjugación entre toro y torero para disfrutar de su espectáculo favorito, de paladear el bello arte de burlar, como dijera el maestro David Silveti, con ética, estética y patética las embestidas de los bureles. Y es que cuando se puede disfrutar en todo su esplendor la Fiesta de los Toros no hay reclamos de ninguna especie, simplemente se tiene que rendir pleitesía a la hombría de los lidiadores al enfrentarse a encierros de esta categoría, los que piden el “carnet” para saber si son dignos de estar en una plaza.
Por ello, a quienes sí asistieron a la corrida, nuestra más sincera enhorabuena, y a los que no fueron, que pena me dan, pues se dicen aficionados a la más bella de todas las fiestas y lo único que demostraron fue que, en realidad, no lo son, esos se llaman “casa carteles” y, sobre todo, a esos que como no hay un torero extranjero en el cartel, simplemente desprecian a los nuestros y eso se llama malinchismo ¡qué pena me dan!
En la calurosa tarde de ayer se cortaron 7 orejas, ante poco menos de media entrada en el coso Monumental, que se repartieron los tres espadas, quienes salieron en hombros, Israel Téllez, José Mauricio y Guillermo Martínez, pero igualmente se lograron ver dos estupendos toros, uno de la dehesa titular de Corlomé y otro de De Santiago, ambos merecedores de la vuelta al ruedos a sus restos.
Pero lo verdaderamente relevante fue el real e inobjetable triunfo, de tres orejas, del torero guanajuatense Israel Téllez, quien a base de firmeza y un mucho de ganas de ser figura del toreo logró a sus dos astados cuajarles estupendas faenas cubriendo sobradamente los tres tercios, confirmando así que esta es su feria desde hace varios años. Su alternante José Mauricio debutó en el serial sanmarqueño y gustó por sus buenas maneras hasta lograr obtener dos apéndices que le fueron protestados y completaba el cartel Guillermo Martínez, quien se coló por una rendija a la feria, tuvo que recurrir al toro de regalo para sacar a flote su “nave” pues ya andaba naufragando en el mar de la inconsistencia. Se encontró con un gran toro y ello le redituó el corte de dos orejas.
De esta manera, se lidió entonces un encierro bravo y muy bien presentado de la divisa jalisciense de Corlomé, siendo buenos el tercero, que mereció la vuelta al ruedo, y el cuarto. Regular fue el segundo y complicados con algunos matices el que sustituyó al primero por haberse despitorrado del lado derecho, el quinto y el sexto. Y un séptimo de regalo, de De Santiago, que fue muy bueno y también fue premiado con la vuelta al ruedo. Cabe señalar, que tras el paseíllo se guardó un minuto de silencio a la memoria de la joven Jessica Yadira Prado, fallecida el pasado jueves a los 20 años de edad, sobrina del brillante varilarguero Mauro Prado. Descanse en paz.
De verde hoja y oro, con faja y corbatín en negro, Israel Téllez, quien atraviesa por un gran momento en su carrera, pleno de madurez y asentamiento en su toreo, ejecutó dos faenas completas, firmes y con convicción. Con el capote se vio variado y espectacular al clavar banderillas. Con la muleta cuajó series de gran importancia por ambos lados, pisando terrenos comprometidos y siempre yendo a más, gustándose y llegándole a los tendidos, todo hecho con seriedad y torerismo. A su primero, “Fénix”, lo fulminó de un estoconazo para cortar una oreja y a su segundo, “Caporal”, le dejó una estocada honda que hizo rodar sin puntilla, siéndole otorgados dos apéndices. Una gran actuación, sin discusión, inobjetable.
Vestido de catafalco y azabache, con faja y corbatín en rojo, Guillermo Martínez en su primero realizó un trasteo que fue de más a menos y se desinfló. Palmas. A su segundo, tras los brillantes pares de banderillas de Armando Ramírez y el aspirante Felipe Rangel, quienes fueron ovacionados en el tercio, Martínez intentó el lucimiento pero no tuvo “tela de donde cortar”. Regaló un séptimo, “Gandinguero” de De Santiago, extraordinario toro al que picó atinadamente Bernardo Hernández “El Chivas” y al que Guillermo le hizo una gran faena entre gritos de ¡torero! y escuchando en su honor “Pelea de Gallos”. Mató de estocada entera recibiendo y se le concedieron las orejas, salvando así una actuación que estaba empinada en un peligroso barranco.
Y de azul pavo y oro, con faja y corbatín en negro, José Mauricio se encontró con “Don Pepe”, al que toreó con suavidad, temple y mucho arte, sobre todo por el lado derecho. Hizo el toreo, primero, de mano baja y, después, a media altura, ayudando al astado que tuvo gran calidad, nobleza y recorrido. El toro fue a más y el torero también. Mató de estocada muy delantera recibiendo, se le otorgaron las orejas, éstas le fueron protestadas y él a su vez las entregó a su cuadrilla para dar dos vueltas al ruedo, una de ellas acompañado del ganadero Sergio Lomelí y su hijo. Y en su segundo, luego del buen puyazo de Ignacio Meléndez, se metió entre los pitones logrando pasajes de mucha importancia y valor. No acertó al matar y fue aplaudido. En fin, una auténtica tarde de toros y toreros.
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