JULIÁN CASTRO MARRERO
La edad debe ser considerada como la definitoria básica del trapio del toro, con la consecuente acción de su componente endocrino influyendo sobre su crecimiento, desarrollo del aparato locomotor esquelético y muscular, funcionalidad de las gónadas y comportamiento o psiquismo. Hace a la “hechura” al tener un ejemplar “cuajado”. Es así como la edad define su presencia, estampa, aspecto y proporciones externas. También en lo relativo a su comportamiento, a su forma de asumir el estado de alerta y de acometividad.
El toro de 5 y el torero de 25, es una expresión que se le atribuye a Joselito “El Gallo”, y también la encontramos en el refranero español.
Después de un promedio de 285 días de preñez, producto de aparear un pie de cría seleccionado atendiendo parámetros morfológicos, funcionales y genealógicos, se obtiene el becerro, que tiene el 50% de probabilidad de ser macho e igual de ser hembra. Este es denominado recental, no ha pastado (poco a poco va mordiendo la hierba) y, salvo circunstancias anómalas, se mantiene mamando y bajo el cuidado de la madre, esta época de su vida lleva sus primeros ocho o nueve meses.
A los ocho o nueve meses se produce la primera y definitiva separación del amparo materno en una operación del manejo denominada el destete, las crías se separan de las madres y se encierran en un lugar que mantenga las distancias necesarias para evitar influencias de los lamentos recíprocos de estas y sus becerros y dificulten su reencuentro.
En España, de acuerdo a lo establecido en las normas del libro genealógico de la raza de lidia bovina se realiza el registro de nacimiento, en él se inscriben todos los machos o hembras hijos de las cabezas inscritas en el registro Fundacional o el Registro Definitivo. Se deben de inscribir en los diez días primeros después del mes de nacimiento y en la Oficinas del Libro Genealógico.
La faena que continua inmediatamente es el herradero, tiene esta una significación especial al identificar un nuevo individuo de la ganadería y dar constancia de su propiedad. Es de hacer mención que en esta oportunidad se producen anotaciones en el “libro de herradero”, al liberar el becerro y a su salida se observa su comportamiento y se hacen registros como: codicioso, distraído, galope, desarrollo corporal para su edad, fuerza, fijeza en la salida final y calidad de la acometida. Que serán de importancia para el seguimiento y evaluación del sujeto, sus padres y del método de selección de la ganadería.
Esta faena de campo tiene por finalidad marcar e identificar a cada becerro, mediante la aplicación de un hierro candente sobre su piel, quemándole el pelo, quedando de esta manera, indelebles para siempre las señales y se colocan cuatro: La primera es en el muslo, y corresponde a el hierro de la ganadería; en el caso especifico de España después se le coloca otro hierro en la penca del rabo, significando si la ganadería pertenece a la Unión de Criadores de Toros de Lidia, o si por el contrario, pertenece a la Asociación de Ganaderos de Reses Bravas; en la tercera marca, que es aplicada en el costillar, indica el número de orden en que fue herrado, por último, en la paletilla, se coloca el guarismo, es decir la última cifra del año de nacimiento del becerro.
Al soltar el becerro, éste va en busca de la madre, de la que fue separado anteriormente, siendo éste el momento en que se produce la confirmación y anotación de lo que ya presentían el mayoral y el ganadero, o sea, de quien era hijo el becerro, pudiendo saber así la reata de éste, es decir, su familia.
Ahora el RECENTAL pasa a llamarse AÑOJO hasta los dos años de vida. Ya como añojo los ejemplares machos y hembras son mantenidos juntos hasta los catorce o quince meses, porque a los diez y seis meses se comienza a manifestar la madurez sexual. Cumplidos los dos años se denominan ERAL y sus pitones poseen una cobertura conocida como bellota que se les desprende entre los dos y tres años, dando paso al desarrollo y crecimiento de estos. Posteriormente las denominaciones son UTREROS para los de tres años, cuatreños y cinqueños.
Con el objeto de conocer la distribución por grupo etareo de la población en un rebaño de ganado de lidia, tomemos la distribución porcentual que registra de las existencias en las ganaderías bravas de España, Adolfo Rodríguez Montesinos, Médico Veterinario, ganadero y escritor español en su trabajo “ Estructura Productiva y Económica del Ganado Vacuno de Lidia”,que es la siguiente: 52% vacas, 13.1% añojos, 8.3% añojas, 9.0% érales, 7.5 éralas, 5.6% utreros, 2.8% toros y 5.7% sementales.
La tienta de vaquillas es la prueba de comportamiento, prueba de evaluación de desempeño o prueba de aptitudes a las que son sometidas las vaquillas de lidia cuando cumplen dos años de edad con objeto de decidir si son suficientemente bravas, toreables y fuertes para ser retenidas en la ganadería como madres de las siguientes generaciones.
.Éralas y Utreras se tientan en la plaza de la finca, poseen dos a tres años de edad, y constituye esta prueba una base sólida para el porvenir de la ganadería al ser fundamental en la selección de las futuras madres. Es recomendable no adelantar la tienta y esperar más definiciones en las reacciones propias de su desarrollo. No obstante tampoco es bueno posponerla porque dicha práctica resulta antieconómica al tener que mantener un año más en la explotación posibles desechos y retrasar la primera monta o cubrición.
Muy resumidamente se puede señalar que la tienta consiste en medir a cada hembra, tanto en el caballo, como en la muleta calibrando su acometividad, fijeza, embestida, nobleza, complexión y resistencia.
Seis o siete años después se pueden juzgar estos vientres por los resultados de su descendencia. En la dinámica del manejo de la finca donde hay que desechar las que no dan el producto buscado como meta, se hace una reposición continua, de allí que la tienta debe mantenerse para la selección de las madres como una constante de la cría y selección. La vida útil de ellas como pie de cría en promedio está en un intervalo de ocho a diez años.
La tienta de machos se realiza en érales, es a campo abierto, de acoso y derribo, donde se corren, derriban y se dejan en suerte para los picadores. Permite evaluar los sementales utilizados, la transmisión de caracteres a sus crías y elegir futuros padres, tomando los de excepción según los resultados observados en esta prueba y pasándolos a la retienta de sementales en la plaza de la propiedad.
Es de una importancia vital esta escogencia, por la mayor influencia en términos numéricos que tiene el macho en la producción de la finca, por la cantidad de becerros que se obtienen de su papel de reproductor. Pueden ser incorporados a la reproducción, siguiendo el manejo de la finca, alrededor de los tres años, aun cuando fisiológicamente a los diez y ocho meses están aptos para hacerlo exitosamente. A los siete años se puede examinar su rendimiento como semental, al disponerse de sus camadas en edad para ser juzgadas. La vida útil como semental está reseñada entre diez y doce años. Lógico existen excepciones, y podemos citar una de ellas, del toro El Zalamero, de El Roció, ganadería mexicana, ubicada en Puebla, el cual ha estado activo con diez y siete años de vida.
Los novillos, érales y cuatreños, vírgenes de capotes y de actividad sexual son sometidos a técnicas de cría y manejo para lograr un toro apto para la lidia, con una serie de operaciones de alimentación y de sanidad animal necesarias para su desarrollo y crecimiento.
La edad debe ser considerada como la definitoria básica del trapio del toro, con la consecuente acción de su componente endocrino influyendo sobre su crecimiento, desarrollo del aparato locomotor esquelético y muscular, funcionalidad de las gónadas y comportamiento o psiquismo. Hace a la “hechura” al tener un ejemplar “cuajado”. Es así como la edad define su presencia, estampa, aspecto y proporciones externas. También en lo relativo a su comportamiento, a su forma de asumir el estado de alerta y de acometividad.
El toro de 5 y el torero de 25, es una expresión que se le atribuye a Joselito “El Gallo”, y también la encontramos en el refranero español. Esta ha cambiado en significación a lo largo del tiempo, por la variación que ha tenido en las diferentes épocas la edad de los toros lidiados y la de los matadores actuantes. En lo que respecta a estos últimos antiguamente eran en su mayoría entrados en años y en la actualidad dado que son muy jóvenes se prefieren apreciarlos en su madurez.
Existen posturas que muestran preferencias por los cinqueños aduciendo mayores hechuras y madures. En conferencia dictada en la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España, en enero de 1999, Benito Canto Diez, académico de número, analizando el comportamiento del toro en las diferentes fases de la lidia, colocó “EL Toro Bravo, debe ser un animal de cinco años, integro, sin enfermedad aparente, ni muestra alguna de haber sido manipulado”.
En razones del tema de la edad, es interesante conocer lo expresado al diario El Universal de México, por José Moros, ganadero mexicano, de la ganadería La Cardinalilla, en crónica de mayo del 2006:
“Luego de que sus toros lucieron su imponente trapío, Moro expresó que para que los astados luzcan así en la Plaza México, deben llegar con poco más de cinco años de edad, recordando sin mencionar aquella frase que reza, "toros de cinco y toreros de 25". Estos toros no son ni menos ni más que uno normal, ahora, con trapío y con edad; aquí (en México) el animal cuesta un año más en sacarlo que en Europa, no sé si por la altura o por qué, pero para que dé el aspecto de toro, debes traerlo con más de cinco años, explicó”.
En Burladero.com, en entrevista a Javier Lorenzo, el 23/01/08, Victorino Martín expresa “que prefiere lidiar una parte de sus camadas de cinqueños, me gustan mucho, pienso que embisten con más seriedad y lo hacen mejor. Esta decisión hace que sea mucho mayor el gasto que supone, y es mucho más difícil mantenerlo, si fuera fácil no se lidiaría tanto utrero como se está haciendo en la actualidad”.
En la obra “ El Toro Bravo” de Álvaro Domecq y Diez, hay una referencia de haberse lidiado en 1840 cuatro toros de siete años, dos de seis y uno de cinco. Así como en 1882 se lidió uno de nueve años.
Después de la guerra civil en España los toros corridos fueron faltos de edad y trapio al ser diezmadas las ganaderías como resultado de los hechos acaecidos en esos eventos.
A través de las épocas ha habido dinámica en las preferencias de la edad de los ejemplares a lidiar. Antiguamente, por el tipo de toreo que se realizaba con gran peso especifico en la suertes de varas y de matar, los animales iban con seis y ocho años, influenciando también en esta circunstancia que los semovientes se acumulaban en las explotaciones, por haber una cantidad de festejos que demandaban un numero menor que los que eran producidos. Al aparecer el toreo de arte, que revoluciona en función de las distancias, las exigencias van gradualmente cambiando hasta la actualidad donde se coloca reglamentariamente una edad mínima de cuatro años para los ejemplares destinados a las corridas de toros.
Tomemos como pauta el Reglamento Taurino de Andalucía, de abril del 2006, para conocer de las exigencias de las municipalidades en lo que concierne a la edad de los cornúpetas a lidiarse en los diferentes espectáculos taurinos, en este se establece que : en corridas de toros se lidiaran toros de edad superior a cuatro e inferior a seis años, en novilladas con picador se lidiaran novillos utreros de edad superior a tres e inferior a cuatro años, en novilladas sin picadores se lidiaran novillos érales de edad superior a dos e inferior a tres años sin la suerte de varas, en rejoneo se lidiaran toros, novillos utreros o érales a caballo en la forma prevista en este Reglamento, en becerrada se lidiaran machos añojos o becerros de edad inferior a dos años.
Existen metodologías para establecer la edad analizando el desarrollo de los cuernos y su crecimiento anual y las modificaciones que se van presentando en la tabla dentaria.
Un hecho importante para la fiesta, y digno de reseñar, es el establecimiento del GUARISMO, que es la obligación en el herradero de identificar el año de nacimiento del becerro. Veamos lo publicado por El País de España, el 12 de marzo de 1982:
“Una orden de Presidencia del Gobierno establece el año ganadero, que es el período de tiempo que media entre el 30 de junio de cada año hasta el 1 de julio del siguiente, y el guarismo que han de llevar marcado a fuego las reses, para poder ser lidiadas. Con esta medida, se impedirá que puedan ofrecerse en corridas de toros reses que aún no hayan cumplido los cuatro años, y en novilladas las que no hayan cumplido tres. El número marcado a fuego que se aplicará a los ejemplares machos nacidos durante cada año ganadero, a efectos de acreditar su edad, será, según la mencionada orden ministerial, el que corresponde al último guarismo del año que incluye el último semestre del período establecido como año ganadero, en el que termina la paridera del mismo. Es decir que, a título de ejemplo, todas las reses nacidas entre el 30 de junio de 1977 y el 1 de julio de 1978, llevarán marcado a fuego el guarismo 8”.
Es del comentario popular que cada edad tiene su encanto, entonces vivamos ese encanto que nos toca.
Referencias consultadas.
Canto Diez, B. Nuestra Fiesta de Toros. Real Academia de Ciencias Veterinaria de España. 1999.
Domecq y Diez, A. El Toro Bravo. SEPTIMA EDICIÓN.1996.
Diario El País, de España, 12-3 82.
Diario El Universal, de México, 24-5-06
Ramírez Avendaño, A. El Herradero. Documentos de interés. Ganadería Los Aranguez. Venezuela. 2005.
Reglamento Taurino de Andalucía. Sevilla. 2006.
Rodríguez Montesinos, A. Estructura Productiva y Económica del Ganado Vacuno de Lidia. Revista Bovis. Madrid. 1995.
JCASTRO45@HOTMAIL.COM SAN ANTONIO DE LOS ALTOS 21/5/2008.
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