Por: JULIÁN CASTRO MARREROHace más de 250 años los animales bravos de origen han sido sometidos a procesos de selección. La aplicación inicial de técnicas genéticas empíricas por parte de los ganaderos ha dado su producto, observable en los toros actuales. Se referencia para mediados del siglo XVIII la utilización de la tienta de hembras y para inicios del siglo XIX la incorporación de la tienta de machos.
La cría del ganado de lidia en el siglo XVIII y en la primera mitad del siglo XIX era una labor complementaria de la agricultura, básicamente de la producción de cereales, de la cría de ganado con los propósitos de producir carne y suplir bueyes como tracción a la tarea agrícola. Compartían las tierras, estas actividades económicas, en propiedades de sistema extensivo de explotación, que poseían numerosas cabezas de ganado bovino.
Con una motivación acorde con el número de festejos que se realizaban para la época, se hacía una selección de lotes del rebaño general, y estos se criaban con un manejo de mayor libertad, quizá es mejor colocar que la modalidad era prácticamente con poco o ningún manejo, para conservar su carácter agresivo.
El ganado de lidia es producto de una selección orientada a fijar el carácter de la acometividad, la cual es la expresión ostensible de la bravura para el observador. En el caso de la ganadería de reses bravas españolas, se inició la selección atendiendo la demanda de una fiesta que comenzó a caballo con el alancear de los toros y evolucionó a el toreo a pié con capote y muleta, manteniendo la exigencia de una característica básica en las reses a utilizar, la de su capacidad de embestir. Identificados y seleccionados en la población bovina existente para la época. Así mismo se realizaban apartes de rebaños para su reproducción, siempre en la búsqueda de la capacidad de acometer, y la fijación de este carácter en los ejemplares productos de esta cría y manejo. Para el inicio del Siglo XVIII aparecen referenciadas las ganaderías organizadas dedicadas a la selección y cría de toros de lidia.
Para mediados del siglo XIX, en España, cambios económicos y del trato administrativo gubernamental hacía la tenencia de la tierra, y procesos desamortizadores, provocaron la venta de numerosas fincas rusticas, e innumerables extensiones salen de la titularidad publica. Asunto este que ocasiona incremento en la superficie dedicada al cultivo de olivo y a la ganadería. La agricultura se va modernizando y se desvincula de la cría. Esta última queda relegada a los suelos de peor calidad y la agricultura ocupa los mejores suelos. El ganado para la lidia pasa gradualmente a situarse en las tierras marginales, y a su vez al crecer la demanda, por aumento del número de festejos que se llevaban a cabo, se produce una mayor selección y especialización en su crianza.
Las ganaderías dedicadas a la cría y selección de toros bravos aparecen organizadas como tales a principios del siglo XVIII. En el origen del toro de lidia destacan varios troncos fundacionales o vacadas, de distinta ubicación geográfica y procedencia, a partir de las cuales y por selección a lo largo de casi tres siglos, se ha obtenido el toro de lidia actual. Nacieron en la segunda mitad del siglo XVIII, las que se consideran las castas fundacionales: Morucha Castellana (Boecillo), Navarra, Toros la Tierra y Jijona (Madrid y la Mancha), Cabrera y Gallardo (El Puerto de Santa María), Vazqueña, Vega-Villar (Utrera) y Vistahermosa. En la actualidad, el 90% de las divisas existentes proceden de esta última.
A partir de las castas fundacionales de procedencia, se forman las líneas genéticas que representan los encastes, constituidos de diversos cruzamientos entre castas o encastes del mismo tronco. Estos encastes y sus cruzamientos han ido constituyendo la columna vertebral de la genética de las ganaderías. Así tenemos como ejemplo: de la Casta Cabrera el encaste Miura, de la Casta Vázquez el encaste Concha y Sierra y de la Casta Vistahermosa los encastes Saltillo y Sta. Coloma.
En el Real Decreto 60-2001, sobre el prototipo racial de la raza bovina de lidia, se expresa: “Durante siglos se ha venido seleccionando por caracteres psicológicos de comportamiento, independientemente de su tipo zootécnico, que se ha empezado a considerar en mayor medida en épocas más recientes. Actualmente se practica en la raza una selección funcional basada en la prueba de la tienta, acompañada por otra selección genealógica y morfológica, que tienen carácter temporal y que se consideran definitivas sólo cuando se realiza con buenos resultados la comprobación de la descendencia.
Los patrones generales de selección tienen interpretaciones personales por parte de cada ganadero, lo cual contribuye a mantener la variedad característica de la raza y convierte al toro de lidia en un animal diferente de cualquier otra raza explotada por el hombre, constituyendo la principal aportación española a la bovinotecnia mundial.
Debido a una selección basada en criterios de comportamiento, existe en la raza gran variedad de encornaduras, alto grado de variación cromática del pelaje, oscilaciones extremas de perfil fronto-nasal, proporciones, tamaño y peso. De la misma forma, se dan comportamientos característicos por ganaderías y/o encastes, imposibles de aunar, pues cada tipo de toro actual es fruto de un trabajo de selección personal de cada ganadero y sus antecesores. En realidad, existen tantos criterios de selección como ganaderos, pues la raza se caracteriza por su diversidad de comportamientos durante la lidia.
Independientemente de los caracteres morfológicos, comunes a la mayoría de los ejemplares que integran la raza de lidia, existen muchos aspectos que fomentan la diversidad de caracteres étnicos en función de la línea de procedencia (encaste) del que derive”.
Es la reposición de reproductores el fin último de las pruebas de selección que se realizan en el ganado de lidia, siendo la tienta la herramienta fundamental para llevar a cabo una selección funcional.
Hace más de 250 años los animales bravos de origen han sido sometidos a procesos de selección. La aplicación inicial de técnicas genéticas empíricas por parte de los ganaderos ha dado su producto, observable en los toros actuales. Se referencia para mediados del siglo XVIII la utilización de la tienta de hembras y para inicios del siglo XIX la incorporación de la tienta de machos.
Bajo estás concepciones de elección o escogencia se ha ido manteniendo la crianza, respondiendo a exigencias y demandas influenciadas por el cambio de valores operado en el seno de la afición taurina, las demandas del mercado, condicionadas por las preferencias de los toreros, la reglamentación vigente en cada época y las innovaciones tecnológicas.
De esta manera encontramos en el final del siglo XIX e inicio del XX la predominancia de una lidia signada por la preparación para matar, esta suerte como lo esencial del toreo y la fiesta signada por la exigencia de un toro con edad, cuajo, poder y presencia. Posteriormente entre 1899 y 1913, con la presencia de Guerrita, Joselito y Belmonte, cuenta más el dominio que el valor, se reducen las distancias y la estética y plástica son introducidos para constituir el arte de torear. Claro esta evolución demandó un toro menos fiero, noble, sin querencias y la presencia con mucho poder disminuyó.
La tienta de vaquillas es la prueba de comportamiento, prueba de evaluación de desempeño o prueba de aptitudes a las que son sometidas las vaquillas de lidia, cuando cumplen dos años de edad, con el objeto de decidir si son aptas para ser retenidas en la ganadería como madres. Se identifican tres características básicas por las cuales el ganado de lidia ha venido siendo seleccionado y estas son: bravura, toreabilidad y fuerza. Muy resumidamente se puede señalar que consiste en medir a cada hembra, tanto en el caballo, como en la muleta, calibrando su acometividad, fijeza, embestida, nobleza, complexión y resistencia.
En trabajo de Vicente, M.I. y col., de la Facultad de Veterinaria de León, España, se expresa “La tienta es la prueba funcional mediante la que se realiza la selección de las futuras reproductoras. Transcurre de media en unos 15 minutos según De La Maza (citado en DOMECQ, 1985), pero no tiene un valor constante y depende en gran medida del criterio del propio ganadero y de la capacidad de la novilla para soportar la prueba”. Algunos autores han observado tiempos que oscilan entre los 10 y los 35 minutos (CABALLER0, 2000), teniendo una mayor duración cuando las posibilidades de aprobar la res son altas”.
En general se estima que en una selección rigurosa se aprueba, por término medio, entre un 15% y un 20% de las hembras tentadas. Debiéndose mencionar que hay discrepancias entre los autores, sobre estas proporciones, e incluso existen posturas que colocan que los ganaderos, de acuerdo a la categoría de su ganadería, envían a matadero entre un 60% y un 10% de la camada.
Seis o siete años después, se pueden juzgar estos vientres por los resultados de su descendencia. En la dinámica del manejo de la finca, donde hay que desechar las que no dan el producto buscado como meta, se hace una reposición continua, de allí que la tienta debe mantenerse para la selección de las madres como una constante de la cría y selección. La vida útil de ellas como pie de cría en promedio está en un intervalo de ocho a diez años, pudiendo aportar en este período unas ocho crías , sí son optimas sus condiciones reproductivas, y sometidas a manejo y alimentación apropiados.
Una primera etapa de la selección está representada por la decisión de retener o eliminar la érala, apoyándose en la valoración de las características citadas, que deben ser analizadas en su conjunto e individualmente. La segunda etapa es el estudio de su árbol genealógico para saber quienes y como fueron sus ancestros y la tercera etapa consiste en escoger el semental con que va a ser cubierta la hembra seleccionada.
La tienta de machos se realiza en érales, es a campo abierto, de acoso y derribo, donde se corren, derriban y se dejan en suerte para los de a caballo. Permite evaluar los sementales utilizados, la transmisión de caracteres a sus crías y elegir futuros padres, tomando los de excepción según los resultados observados en esta prueba y pasándolos a la retienta de sementales en la plaza de la propiedad. Es de una importancia vital esta escogencia, por la mayor influencia en términos numéricos que tiene el macho en la producción de la finca, y la cantidad de becerros que se obtienen por su papel de reproductor. Pueden ser incorporados a la reproducción, siguiendo el manejo de la finca, alrededor de los tres años, aun cuando fisiológicamente a los diez y ocho meses están aptos para hacerlo exitosamente. A los siete años se puede examinar su rendimiento al disponerse de sus camadas en edad para ser juzgadas. Los registros muestran en promedio diez a doce años como la vida útil de un semental.
Un toro puede tener de 25 a 50 crías por año y unas 400 durante toda su vida, en un manejo reproductivo sin utilizar la inseminación artificial; de ahí la importancia del semental incorporado a la cría a la hora de influenciar la tendencia que sigue la ganadería.
Las pruebas para selección de un semental comúnmente están enmarcadas dentro de las siguientes variables: árbol genealógico (Reata o Pedigrí), tipo del becerro al nacimiento y desarrollo, tienta de machos (prueba de acoso y derribo), retienta de sementales, prueba de progenie o descendencias y pruebas de fertilidad. Es consideración aceptada en el medio de la fiesta brava que en la selección de los sementales, el trapío ha tenido un importante peso específico.
Comúnmente las hembras y machos de reemplazo se producen en la propia explotación, en general buscando ciertas líneas o familias, por lo que la consaguinidad en este tipo de ganado se incrementa considerablemente y afecta algunas características de interés, teniendo en cuenta además lo reducido del universo poblacional que constituye esta raza.
Un parámetro de interés en la descripción de poblaciones es el número efectivo de ancestros, definido como el número de ascendientes fundadores o no, necesarios para explicar la variabilidad genética total de la población. El número efectivo de ancestros tiene en cuenta que el uso de los reproductores puede estar desequilibrado. Este parámetro considera los pasillos estrechos en que transita la población de las ganaderías, por una excesiva utilización de determinados reproductores, provocando una reducción importante de la variabilidad genética.
Hay una variable de importancia y digna de tratar, y esta es el tiempo, una entrevista concedida a Gustavo Arturo del Alba y Xavier González Fisher, de la Revista Crisol, de España, por Victorino Martín García, médico veterinario, hijo del ganadero Victorino Martín Andrés, en el marco del II Congreso Mundial de Ciudades Taurinas, en octubre de 1998, es bastante expresiva, por ello se transcribe parte de ella, para cubrir la necesidad de referenciar los lapsos:
“Lo que tu seleccionas hoy, no lo ves hasta dentro de cuatro o cinco años, y por eso en la ganadería es muy importante aprovechar el tiempo lo mas posible. ¿Para eso que hay que hacer? Marcarse un objetivo de selección claro, y ser fiel a el durante mucho tiempo, durante vamos, siempre. Porque como andes pegando bandazos va a ser muy difícil que llegues a donde te has propuesto, por un motivo y por una razón, porque no tienes tiempo, tu vida no te da para mas, aquí los errores te perjudican mucho y te hacen perder el tiempo y eso es lo peor que te puede pasar, aquí el tiempo es muy valioso.”
En párrafo anterior se colocó que hace más de 250 años los animales bravos de origen han sido sometidos a procesos de selección y que la aplicación de técnicas genéticas empíricas por parte de los ganaderos ha dado su producto, observable en los toros actuales. Bien, en la actualidad los ganaderos han establecido sus caracteres de estudio y barómetros de medición, y observamos como las asociaciones o uniones de criadores llevan a cabo conjuntamente con universidades investigaciones genéticas y promueven la realización de tesis doctorales con esta temática.
Existen avances importantes en la selección y los metodos utilizados para su orientación, y al consultar trabajos técnico-científicos encontramos la utilización de indicadores como: valor de heredabilidad de un carácter, intensidad de selección, predictores lineales insesgados de los valores genéticos de los animales, matriz de relaciones genéticas aditivas y programa de máxima verosimilitud restringida.
Estos dos últimos párrafos se colocan, como apoyo para indicar que aun cuando se mantienen en las ganaderías manejos y costumbres llenos de solera y con particularidades en el enfoque de los propietarios, concomitantemente se ha producido en la última época la utilización de herramientas científicas para definir el futuro de la ganadería de lidia.
Observemos los toros en la plaza, que nos indicaran como marchan las ganaderías y su selección.
REFERENCIAS CONSULTADAS.-
Centro Etnográfico y Bibliográfico Del Toro de Lidia. Castas y Encastes.2009.
Domecq y Diez, A. El Toro Bravo. Séptima Edición.Espasa-Calpe.Madrid.1996.
Domínguez, J. y Col. Parámetros de Poblaciones Y Evaluaciones Genéticas en Ganaderías de Lidia Mexicanas. Universidad Autónoma de Chapingo- México. 2006.
Instituto de Desarrollo Taurino- Tlaxcala. La Selección del Toro de Lidia. México. 2009.
López, A. Historia de la Cría de Toros de Lidia en el Reino de Jaén. Boletín numero 182 del Instituto de Estudios Giennenses. España. 2002.
Real Decreto 60-2001. Prototipo Racial de la Raza Bovina de Lidia.España. 2001.
Revista Crisol.Marzo-1999. Valencia-España.
Vicente, M.I. Relación entre la Duración de la Tienta, el Síndrome de la Caída y la Tasa de Reposición del Ganado Bravo. V Symposiun Nacional del Toro de Lidia. Zafra- Badajoz. España. 2001.
SAN ANTONIO DE LOS ALTOS 17-10-08
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