miércoles, 31 de marzo de 2010


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El 5 de abril de 1920, Ignacio Sánchez Mejías confirmaba la alternativa en Madrid de manos de su cuñado Joselito. A continuación describimos algunos fragmentos de la crónica que Corrochano escribió en ABC sobre su faena al toro de la confirmación: ¡Vive Dios, que pudo ser! Un año el público de Madrid esperando a Sánchez Mejías, y ya con el cartel puesto había que aplazarlo. La cogida de Sevilla, la de Córdoba, las lluvias de Otoño... Sánchez Mejías, el Deseado, no toreaba en Madrid. Ayer toreó, y con todos los honores. Corrida de Beneficencia. Los Reyes en su palco, y con los Reyes cuantas personas del séquito caben en el amplio balcón. Presentación de Joselito a los aficionados españoles después de su viaje a Lima. Primera de Belmonte... No sé cuántas circunstancias avivaron el interés y la expectación... Se arrodilla Sánchez Mejías y da un cambio con el capote. Se levanta y torea dejando llegar y manejando el capote suavemente. Se le nota esa nerviosidad que produce la plaza de Madrid, nerviosidad que se acentúa en la primera corrida y en tarde tan solemne como ésta. En los quites se tranquiliza más y torea aún mejor. Tiene una estupenda condición para torear: que torea despacio, con temple que es el secreto del toreo... Coge banderillas y, partiendo desde los medios, coloca, dos pares, y luego otro con el toro cerrado en tablas. Bien... Cuando recibe de Joselito los trastos de matar, el toro, que es un gran toro, está curioseando en un burladero. A él se va el torero decidido, sin pedir que lo saquen o lo metan, o lo lleven o lo traigan, y como el toro está al hilo de las tablas, se sienta en el estribo Sánchez Mejías... Así, sentado obligando mucho, metiéndose muy cerca del toro, da con la derecha un pase alto de pecho, sigue corriendo la mano al natural y repite el de pecho como antes. Y poco a poco, sin dejar de torear, cada vez más ceñido, le va ganando terreno el torero al toro hasta que lo saca al tercio. En la plaza hay una gran emoción. La faena es valiente y tiene mucho sabor torero. Sigue ya fuera con naturales y de pecho con la mano izquierda, singularizándose por su valentía y por lo despacio y cerca que se pasa el toro. Da un pinchazo hondo; una estocada hasta la mano, atravesada, por lo que no mata, y otra parecida, de la que dobla el toro... Si coge la estocada yo sé lo que se arma. Dio la vuelta al ruedo...

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